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jueves, 4 de agosto de 2011

Día 5: penúltimo día de voluntariado

  Se va acercando el fin de mi primera semana en Fiji, y eso significa que pronto tendré que cambiar de programa, así que toca esforzarse al máximo.
  Es lunes, y hace un día horrible: una gran tormenta tropical ha decidido hacernos una visita, así que todos los planes se tendrán que cambiar. Durante el desayuno, nos avisan que tanto Green Island como Marine and Environmental Monitoring tendrá que seguir con su voluntariado si queremos que nos cuenten todas las horas. Está claro que fuera no podemos estar, así que hay que buscar alguna alternativa, y esa alternativa será limpiar la iglesia.
  Como bien descubrimos el día anterior, la iglesia es un lugar esencial para los habitantes de Malakati. En un lugar como ese, la religión es muy importante en sus vidas, ya que es algo que reúne a todos y refuerza a la comunidad. Desafortunadamente, ésta está bastante sucia ya que no suelen limpiarla demasiadas veces. Las mujeres están muy ocupadas en sus casas, por lo que es comprensible que no tengan tiempo de limpiarla.

  Lo primero que hacemos es ir a nuestras familias a pedirles cubos o trapos. Bui me da encantada una escoba, ya que le emociona la idea de que vayamos a trabajar en la iglesia. Ella forma parte del coro y pasa mucho tiempo ahí, así que está maravillada con la idea.
   Antes de volver acompaño a una compañera a la casa de su familia, y sucede algo que realmente nos choca: al pedirle un trapo, vemos cómo se dirige a un pequeño cajón que tiene, saca unos pantalones de su hijo y los corta, solo para que podamos limpiar. No solo nos dan lo que tienen, sino que hacen lo imposible para entregarnos lo que no tienen, y eso es algo a lo que no estamos acostumbrados. Ellos sabes que lo que hacemos les beneficia, y quieren agradecérnoslo en todo momento.
   Para cuando llegamos a la iglesia, encontramos a muchos de nuestros compañeros. Pronto nos organizamos y empezamos con nuestra labor, que dura aproximadamente cinco horas. 
   La iglesia no es demasiado grande, pero está muy, muy sucia: el suelo tiene manchas por todas partes, y el polvo cubre los bancos y los altares. Somos muchos, pero el lugar necesita mucho trabajo.

   La tormenta termina para cuando vamos a comer, aunque las nubes que asoman parecen avisarnos de que no será durante mucho tiempo, así que aprovechamos en nuestro tiempo para ir a la playa, donde algunos fijianos están cogiendo cocos. Para ellos se suben a los árboles (no me preguntéis cómo, porque lo hacían parecer facilísimo) y con un machete los hacen caer.
   Los parten con una estaca y los van rulando para que los probemos - ¡este será mi primer coco "real"! El sabor es muy distinto al que se come en España, al igual que sucede con la piña de Fiji, que está riquísima.
   Para cuando comienza a llover, es la hora de cenar. Después de ésto, vamos a la casa de Mere, otra mujer simpatiquísima del pueblo que nos ha invitado a bebe kava. Con mi experiencia, no me apetece nada volver a tomar, pero el ambiente es genial, así que ahí que vamos algunos a pasar unas horillas.
   En la casa de Mere se han reunido un montón de personas del pueblo, lo que lo hace más divertido. El fijiano se mezcla con el inglés de los voluntarios, y una mezcla de culturas hacen la estancia incluso más entretenida.

   A las 22:00, volvemos a nuestro bure, terminando así el quinto día.

4 comentarios:

  1. Siempre hay cosas que hacer, nunca se pierde el tiempo =) Me hubiese gustado verte subir a un tronco a coger cocos ajajaja
    :P

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  2. Me alegra que a pesar de la lluvia no se detuvieron sus actividades de ayuda.
    Que fuerte lo del pantalón. Es que es increíble que te den todo.
    Un abrazo!

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  3. Las tormentas de allí tienen que ser increíbles, ¿no? Veo que estas viviendo todo tipo de situaciones. :)

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  4. La gente es sorprendente... ¿No te has animado a subir a buscar un coco? Jajaja.
    Un besote!

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