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sábado, 17 de noviembre de 2012

¿Libro de Un mes en Fiji?

Llevo pensando en esto un montón de tiempo, y lo he decidido.
Va a tardar, pero sin duda alguna, todas las experiencias que he vivido, todos mis sentimientos... no pueden quedarse plasmados únicamente en un blog o en un diario. No. Eso va a cambiar, y por ello, he decidido que voy a escribir un libro centrado en mi convivencia con los habitantes de Malakati. También comentaré así un poco sobre las dos semanas de "no voluntariado", pero el otro día sucedió algo que hiciese que estuviese 100% segura de que quería llevar a cabo este proyecto.

  Mere N. es una chica que vivía en Malakati. Tenía 22 años cuando la conocí, un marido maravilloso y un hijo de dos la mar de cuqui. Mere fue mi madre, mi profesora, mi enfermera, mi filósofa, mi cocinera, mi apoyo, el motivo de mi sonrisa durante toda mi estancia en Malakati. El caso es que ya ha pasado más de un año desde la última vez que vi a Mere. Pero su presencia sigue ahí, todos los días, en todas las acciones que hago que hacen que esté orgullosa de mí misma.
   Ahora, sus dos chicos y ella se han ido a vivir a la isla principal. Ahí tienen una casa alquilada, y una conexión a internet. Ahí, son felices. He podido mantener el contacto con ella, y vuelvo a sentir todo aquello que sentí durante mi estancia en Fiji. Me despierto por las mañanas esperando escuchar el cacarear de los gallos, el sonido de los tambores anunciando que es hora de ir a misa... El caso es que sigo ahí, y ahí seguiré siempre. Es algo de lo que me he dado cuenta ahora.
   Tengo 16 años. ¡16! ¿En serio se puede ser más afortunada de lo que soy al haber vivido tal experiencia con 14 años? Tengo todo lo que sentía, pensaba y mis experiencias más íntimas en diarios, cartas que nunca llegué a enviar y sí, en mi mente. Y ha llegado el momento de revelarlo todo a lo grande, y no sólo mediante entradas en un blog.
   Y no todo acaba ahí: Mere me pidió algo, y ese algo consiguió que se me partiese el corazón. Me pidió que la visitase, cosa que le prometí al marcharme. Le pregunté que cuánto se quedaba en la isla principal, y su respuesta resultó demoledora: "pues hasta que nos visites". Mediante clases particulares, trabajillos del estilo y el dinero que vaya ganando, estoy haciendo una hucha para poder costearme por mi propia cuenta un viaje a Fiji. He calculado que en tres o cuatro años, haciendo lo que hago ahora podré costearme el vuelo. Y aquí prometo, y lo dejo por escrito, que iré. Que volveré.

  Voy a hacer una investigación exhausta. Voy a ponerme en contacto con toda la gente posible para desarrollar un programa de mejora en Fiji. He vivido ahí, y mi corazón sigue ahí, como bien digo. Y necesito devolverles lo que ellos me dieron, por muy difícil que resulte y aunque sea imposible hacerlo. Así que el viaje no será meramente "de visita" - durante estos tres años, a parte de escribir el libro, voy a intentar ver qué puedo hacer para ayudar.
  Sí, todo suena muy utópico. Pero también era utópico ganar una beca para estar un mes en Fiji. También era utópico que Mere fuese capaz de dejar su pueblo e irse a vivir a Viti Levu. También era utópico que su hijo fuese a estudiar en un colegio con más medios que el del pueblo de al lado de Malakati. Era utópico, pero ¿sabéis qué? Que ha pasado.
   Podéis creer en Dios, en Júpiter, en la nada, en el destino o en la casualidad. Pero si he retomado el contacto con Mere, es por algo. Y si es por algo, algo habrá que hacer.

  A partir de ahora iré comentándoos más sobre el proyecto. Un mes en Fiji vuelve a abrir, pero debería llamar al blog Por siempre en Fiji, porque eso es lo que estoy viviendo.

domingo, 2 de octubre de 2011

Días 21 + última semana

Cuesta mucho decir adiós a un gente con la que has vivido, disfrutado, aprendido y cambiado. Ya no lo veo todo como lo veía antes, ni pienso como pensaba antes. He visto que hay mundos diferentes en un solo mundo, y gente totalmente diferente viviendo ahí.
   Decir adiós es siempre lo peor de hacer algo temporal. Siempre llega el momento, aunque intentes esquivarlo.
   Todavía no me voy de Fiji, pero Malakati ha sido lo más importante en mi estancia aquí. Los mejores momentos que he pasado y pasaré han sido ahí. He conocido a la gente más maravillosa que existe, y vivido unas experiencias que nunca, nunca olvidaré.
   Es mi última mañana en Malakati. Paso la mayoría del tiempo con mi amigos de ahí, hasta que llega el momento de partir, que se hace realmente duro. Ellos piensan que volverás. No son conscientes de que España no está tan cerca como Viti Levu.

   Una de las cosas que más me chocó fue cuando estaba en la casa de Ulamila, la dueña del bure donde dormí la segunda semana, cuando fuimos a Malakati tres días.
   Las demás compañeras se habían ido a la playa, pero yo me quedé charlando con ella, que había entrado a coger algo. Estuvimos charlando un rato y llegó un momento en el que le pregunté cuánta gente vivía en Malakati.
  -About 100 or so (sobre 100, más o menos) -contestó.
  Y entonces le pregunté que cuánta gente había en todo Fiji, en total.
  -More or less 1000 (más o menos 1000).
  La población de Fiji asciende a poco más de 900000 personas. Ulamila representó entonces a todo el pueblo, y posiblemente a muchos otros pueblos más de Fiji, que saben muy poco, porque nunca han tenido una educación en condiciones, ni si quiera de su propio país.

   Digo adiós entre lloros y me subo al barco rumbo al Yasawa Flyer, por enésima vez. El viaje de vuelta se hace pesado, y al fin llegamos al puerto. Desde ahí nos dirigimos a Mama's Pizza, y después a Seashell, el albergue donde dormimos.

ÚLTIMA SEMANA (esta vez será resumida, porque toda es igual :D) Curso de Buceo
  La última semana es una de las más divertidas. No tiene absolutamente nada que ver con las anteriores - en esta ocasión, no nos encontramos en un lugar culturalmente rico, sino en una especie de campamento.
  Estamos alojados en el Eco Lodge, un albergue exclusivamente de Rustic Pathways, Ahí están alojados chicos y chicas de todos los programas de Fiji que organiza Rustic. Nuestro grupo es pequeño - solo somos 8 o por ahí.
   Nos despertamos pronto, muy pronto, por la mañana, a las 6, ya que el desayuno es a las 6:30. Duermo en una pequeña casita individual con otras seis chicas. La verdad es que, comparado con Malakati, todo son lujos: aquí hay electricidad, tenemos un aseo con dos retretes, y dos duchas ¡y eso solo para 7 personas! :D
   Después del desayuno, algo más americano que fijiano (la verdad es que se echa de menos las tortitas esas que nos hacía Mosi en Malakati), nos vamos a Seashell. El Eco Lodge está a cinco minutos de Seashell, el albergue, donde dan uno de los mejores cursos de buceo de todo Fiji.
   Durante los primeros tres días, acudimos por la mañana a clase, en donde nos enseñan toda la teoría, comemos en Seashell, y por la tarde hacemos prácticas en la piscina. El cuarto y quinto día, terminamos las clases y hacemos un examen. Todos aprobamos, y empezamos a hacer prácticas en el mar.
   Tengo que aceptar que al principio me daba mucho miedo, y la primera vez que entré en el mar lo pasé fatal. Me costaba respirar, y no paraba de pensar en que tenía que repirar en todo momento, porque si no, cogería las bends, que es el aeroembolismo, y podía morirme (sí, lo sé, soy muy exagerada xDDDD). Pero en cuanto comencé a tranquilizarme, fue una de las mejoras cosas que hice. En serio, no había hecho nada más impresionante.
  Todas las prácticas que habíamos hecho en la piscina las repetimos 14 metros bajo el agua, lo que lo hizo más difícil porque no podíamos salir a la superficie si todo iba mal. Afortunadamente, la cosa salió bien y pasamos el examen.
   Ahí vimos de todo: tiburones a montones, delfines, nadamos con tortugas... También escuchamos a ballenas. La gente que no haya buceado no se imagina la sensación. Es como si no hubiese gravedad. Solo estás tú y el mundo marino. Es algo increíble.

   ¡También esa semana hice PARACAIDISMO! La experiencia más alucinante de mi vida. Si pudiera, repetiría. La cosa súper emocionante, y es algo que recomiendo a todos. Fuimos un compañero y yo. Subimos a una avioneta acompañados por los expertos con los que nos tirábamos. Como yo subí la segunda, y por lo tanto, la más pegada a la puerta, fui la primera en tirarme.
   Conforme subíamos (nos tiramos desde casi 5km), iba muy, muy tranquila. Pero entonces llegó el momento en el que el paracaidista me dijo que iba a abrir la puerta. Me puse entonces un poco nerviosa, y el chico abrió la puerta. Una ráfaga de aire fortísimo me golpeó el cuerpo, y con cuidado, salí del avión, apoyando los pies en una pequeña platafora pegada a éste. El chico me dijo que sonriese, porque iba a hacer un vídeo. Así que, de repente, me tiré al vacío.
   Fueron los 70 segundos más emocionantes de mi vida. Y luego, se abrió el paracaídas, y todo volvió a la normalidad.
   Pronto pondré el vídeo, así que estad atentos.

  La vuelta a casa se hizo bastante cansada. Mi estancia de Fiji fue muy ajetreada y no paré en todo el tiempo. Pese a todo, no se me hizo muy largo, aunque cuando pisé tierra en España estaba tan agotada (casi no había dormido, y eso que llevaba casi tres días sin dormir) que cuando dijeron por los altavoces que ya habíamos llegado, me eché a llorar.
   Lo demás ya os lo podéis imaginar: la primera semana en España me alimenté a base de gazpacho, tortilla de patata, paella, jamón serrano... Especialmente, de proteínas, ya que llevaba cuatro semanas sin probarlas.
 
   Vivir un mes en Fiji ha sido lo mejor que nunca me ha pasado. Quien pueda, que lo haga, en serio.
 
A partir de ahora iré poniendo vídeos y fotos chulas ;) ¡Ah, y habrá un especial de paracaidismo, que falta mucho por contar!

 

sábado, 24 de septiembre de 2011

Días 19 y 20

  DÍA 19
Oficialemente, hoy es último día de recuento de especies marinas, y mañana ya será el último dái de trabajo, por lo que toca esforzarse al máximo.
   Sin embargo, algo parece ir mal también hoy, y dos niñas que se han puesto enfermas tienen que ser llevadas a Viti Levu, por lo que como solo hay un barco disponible, tenemos que acompañarlas a que les recoja el Yasawa Flyer, y mientras hacen esto nos esperamos en una mini islita la mar de mona.
   Cuando llegan, no obstante, otra imprevisto ha sucedido, y el barco se ha estropeado, así que una vez más no veulven a dejar en otro lugar, esta vez en la terraza de un resort para que nos tomemos algo y cotilleemos un poco.


   Y esto me demuestra lo injusta que es la vida. Tan solo a 45 minutos se encuentra Malakati, un pueblo que necesita ayuda y al que no le sobre precisamente el dinero. Pero uno llega aquí y se encuentra todos los lujos que se pueda imaginar: grandes hamacas, sillones frente al mar, paz y tranquilidad. Posiblemente la mayoría de la gente no tiene ni idea de que cerca se encuentra la pobreza, pero ¿qué más da? Ellos están bien ahí.
   Me duele ver eso, así que retomo el trabajo con entusiasmo, cuando vienen con el barco arreglado media hora más tarde. Hacemos el primer recuento en una zona cercana a Oarsmans Bay, el resort donde estamos, y después no movemos a Honeymoon Island (isla exclusiva para la gente que está de luna de miel) para hacer ahí el siguiente proyecto.
     Una vez llegamos, nos tiramos al agua, aunque pronto notamos cómo poco a poco nos vamos alejando del agua, y unas fuertes olas nos arrastran. Nuestro monitor nos grita que volvamos, ya que el agua está agitadísima y podríamos ahogarnos, así que nadamos como podemos hacia el barco sin terminar nuestro trabajo.

    En Malakati, nos reunimos todo el grupo para preparar la actividad de mañana, ya que en lugar de hacer recuento de peces, iremos al colegio del pueblo de al lado, al que van los niños de aquí, y tendremos que dar una charla sobre lo que hemos aprendido y hacer actividades relacionadas con el tema. Decidimos hacer una especie de teartrillo al principio que represente uno de los mayores problemas de aquí; los pescadores pescan todo lo que pueden, sin percatarse de que llega un momento en el que no hay especies suficientes para reproducirse porque se las han llevado todas.
   Después, decidimos que haremos una manualidad, en la que pintaremos y decoraremos peces con los niños, y una vez terminados y recortados, haremos un ejercicio práctico para representar lo aprendido en el teatrillo.
  
  DÍA 20
  Madrugamos para ir pronto al colegio, así que una vez listos, y después de haber llevado a los niños, un barco viene a recogernos, y el grupo de Marine and Environmental Monitoring nos subimos a él, rumbo al colegio.



   Después de un paseito de diez minutos en barco, nos deja en un punto cercano a la playa (aunque para en el agua porque no puede acercarse más porque la arena casi roza el casco), y caminamos por el mar hasta llegar a la costa. El monitor nos conduce entonces hacia la entrada de un bosque y estamos 30 minutos (literalmente) caminando por él para poder llegar al colegio, que es lo que tienen que hacer los niños todos los días, ida y vuelta).
   Conforme nos acercamos, se pueden ver animales salvajes (vacas, cabras...) comiendo cerca de la escuela, lo que deja un olor bastante desagradable.
  

   El colegio es muy, muy simple: está compuesto por un edificio bastante largo y de un piso, en el que se encuentran las clases, y por otro junto a él, situado en horizontal en una de las esquinas del terreno, con unas habitaciones.


   Nos hacen esperarnos un poco en el patio del colegio, compuesto únicamente por hierba, mientras la jefa de Rustic Pathways - Fiji va a hablar con el director del colegio.
   Nos trae malas noticias; los niños están hoy de exámenes, así que no podremos llevar a cabo nuestra actividad. En lugar de eso, nos da una vuelta por las instalaciones.
   Es realmente chocante: las habitaciones, que son para algunos niños que están "internos",  no tienen ventanas, y se ve que son realmente peligrosas porque no protegen a los que duermen en ellas de cualquier animal que podría entrar o alguien que quisiese atacarles.
   Hay un único baño en todo el colegio, que, casualmente, se inauguró la semana pasada; es decir, que en los 10 años que llevaba la escuela abierta, el único baño que había habido era la madre naturaleza.
   Las clases son pequeñas y simples, y hay una diminuta biblioteca con libros que llevan 10 años sin renovarse.
   Y, desgraciadamente, y por si todo eso era poco, el colegio podría cerrar en cualquier momento por falta de fondos, lo cual significaría que todos los niños de Malakati y del pueblo en el que está la escuela (es decir, que la cantidad ascendería a unos 100 chicos y chicas, ya que ese pueblo era más grande) podrían quedarse sin esa educación básica, y entonces ya no había ninguna posibilidad de que Malakati se pudiese desarrollar más.
 
   Volvemos a Malakati realmente conmocionados por lo que hemos visto.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Días 17 y 18

¡Buenas!
  Los días se hacen un poco repetitivos, ya que no es la primera vez que estoy en Malakati, y hay muchas cosas que se repiten, así que resumiré un poco los siguientes días.

DÍA 17
   Hoy, nuestra monitora del voluntariado marino, que es profesora de biología marina durante el año escolar, nos habla sobre algo primordial para la humanidad, pero en especial para los países del tercer mundo y los que están en desarrollo: el agua.
  Es una mañana intensa de aprender, aprender, y aprender. Y, poco a poco, nos damos cuenta de la importancia que tiene, y lo poco que la valoramos. Malakati es un lugar en este caso que representa los millones de sitios en el que el agua fresca escasea, mientras que en nuestras casas usamos toda la que queremos y más - y es que un 5% de la población (y nosotros entramos ahí) usa un 50% del agua fresca que hay.
   Es impresionante todo lo que nos enseña y a muchos de nosotros nos choca.
   Después de comer, y por algunos problemillas, tenemos más tiempo libre del que teníamos que tener, así que a las 3 volvemos a trabajar. En esta ocasión, nos vamos hasta el resort Blue Lagoon, y ahí llevamos a cabo nuestro primer proyecto, poniendo en práctica lo que ayer hicimos en tierra.

   Al terminar, volvemos satisfechos a Malakati, sin saber lo que nos esperaba exactamente - ¡survival night!  Y es que, ese día, no nos iban a dar muchas comodidades, por así decirlo. Cenamos poquito, y luego, en lugar de irnos a dormir, fuimos todos a la playa con nuestro saco de dormir y nos tiramos en el suelo.
   Recolectamos palos para hacer una fogata, y colocamos alrededor de ésta los sacos. Estábamos a unos cuantos metros del agua, pero me daba la sensacion de que aún así estábamos demasiado cerca.
  La primera incomodidad fue el hecho de que hay muchísimo cangrejos, y como es normal, intentaban salir de dentro de la tierra, por lo que cada dos por tres notabas algo pinchándote debajo del saco de dormir.
   Después, hacía fresquillo fuera. Y lo peor de todo fue cuando la marea subió, y nos chopó a todos. Yo, después de que esto sucediese dos veces, desistí, y a las 4 de la mañana volví con otros a mi bure a dormir como una persona normal :)

 DÍA 18
   Como cualquier otro domingo, es el día de las familias. En esta ocasión, en lugar de comer con mi anterior "madre", esta vez voy a la casa de una familia con la que he pasado mucho tiempo y a la que tengo mucho cariño.
  Yo, en esta ocasión, no voy a desayunar con el grupo, porque Mere, la madre de la familia me ha invitado a preparar roti con ella, así que madrugo para ir a su casa.
   Es un trabajo muy duro, ya que su "cocinita" está fuera de casa, en una caseta, pero al hacer fuego, el humo se queda dentro y te pican muchísimo los ojos y la garganta cuando se te mete. Además, ella lo tiene que hacer todo sola, y preparar comida para una familia entera (marido, hijo, padres, cuñados...) por lo que pasa mucho tiempo ahí.
   Desayuno con todos, que insisten en que coma mucho y beba mucho té. ¡Son maravillosos! :D
  Después de vestirnos e ir a misa, nos invitan a comer, y el plato del día es ¡tiburón! La verdad es que está riquísimo, y os recomiendo a todos que lo probéis, en serio. Nosotros lo comimos con curry, y otro poco frito. Toda una delicia :) Como siempre, también había roti, un pan típico de ahí, y otros tipos de pescado.
   Después de terminar, me voy a echar una siesta típica de mi país (ya que echo mucho de menos esto y tengo mucho, mucho sueño), y dos horas después, me voy por ahí de paseo a la playa, donde algunos de mis compañeros se están bañanado.
  
   No ceno de lo hinchada que estoy, y al salir del comedor me encuentro con algunas niñas del pueblo (Luisa, Lusi, Kini...) que son hermanas y me invitan a su casa. Ahí, me hacen unos preciosos dibujos que guardo con muchísimo cariño.
   Es un día largo pero precioso, y que nunca olvidaré.





sábado, 10 de septiembre de 2011

Día 15: Primer día del tercer programa

  Despertarse a las 2 de la mañana es horrible, y casi no puedo abrir los ojos. Mi monitora me espera en la recepción del hostal, y no puedo hacer mucho ruido para no despertar a mis compañeras de cuarto, que se empeñaron en venir a despedirse de mí, pero que no lo harán, ya que, quieran o no, están recuperando las horas de sueño que nos faltaban.
   Me ha tocado una de las habitaciones más alejadas, ya que Seashell es un hostal con casitas independientes, que cuenta con un terreno inmenso, y por ello, si te toca una casa alejada, tendrás que patear.
   Andar a las 2 de la mañana con chanclas, con el riego en aspersión conectado, mientras arrastras una maleta inmensa, y esquivas a las tropecientasmil ranas que invadieron este lugar es bastante incómodo, así que llego un tanto harta a la furgoneta que nos espera.
   A las 3 de la mañana, ya hemos llegado al aeropuerto, y esperamos dentro del coche a que nuestra monitora vaya a recoger al nuevo grupo. Tarda 4 horas en volver, 4 horas que aprovecho al máximo para dormir y descansar.
   Cuando nos encontramos con mis nuevos compañeros, me presento brevemente y luego nos dirigimos todos en otra furgoneta una vez más al puerto, donde cogemos un barco que nos lelva una vez más a Malakati. Ahí comemos un poco de pan que habíamos comprado en el puerto (y que A-DO-RO, ya que está riquísimo).
   La llegada es igual que siempre: después de 6 largas horas de viaje, muchos cafés para despertarme del todo y algo de cháchara, pisamos tierra, y vamos a visitar al jefe del pueblo, que se ríe al volver a verme.
   Es un día tranquilo, ya que lo pasamos en playita, de relax, preparándonos para mañana, que será mi primer día en el voluntariado de servicio marino y medioambiental.

 DÍA 16
preparándonos para recuento de especies
  Nos despertamos pronto, como siempre en Malakati, para desayunar un maravilloso y copioso desayuno (valga la redundancia), preparado por Mosi. Después de coger fuerzas, los grupos se dividen, ya que estamos reunidos los de Green Island y los de Marine and Environmental (os recuerdo que yo estuve haciendo el voluntariado de Green Island mi primera semana, pero ahora hago el otro, que no tiene nada que ver).
  La monitora nos explica un poco lo que vamos a hacer: en el programa, vamos a recolectar información para una base de datos mundial sobre las especies que viven en una serie de distintos puntos cercanos a Malakati.
  También, aprenderemos sobre cómo el pueblo ha sido perjudicado por las acciones de los habitantes y por una serie de factores climáticos.
   Lo primero que hacemos es leer un poco sobre Fiji en general, las tierras de Fiji y las especies que habitan sus aguas. Después, la monitora nos enseña cómo recolectaremos la información: para ello, nos divide en dos grupos de 6 personas. Dos personas tendrán que sujetar en el agua una cinta métrica de 25 metros. Primero, el que recolecte la información sobre los peces pasará nadando con una carpeta para recolectar información (escribimos en un papel que soporta el agua), y parará cada cinco metros para contar el número de peces de cada especie que se nos pide.
   Después de esperar un minuto, seguirá su camino hasta llegar al final. Luego, el que recolecte la informacón de invertebrados pasará, y contará las especies que vea, buceando un poco para ello.
  Por último, pasa el que recolecta la información sobre corales y plantas marinas.
  Practicamos un poco sobre tierra esto, y luego buceamos un poco por el agua para ver qué tipo de criaturas encontraremos, ya que al lado de Malakati hay un arrecife precioso.
  Volvemos baldados a cenar, después de hacer mucho ejercicio, y nos acostamos pronto, ya que la mayoría de la gente ha llegado hoy de E.E.U.U. y todavía tiene el jet lag que yo, afortunadamente, ya no tengo ;) 


lunes, 5 de septiembre de 2011

Día 14: último día en segundo programa

  La semana de relax se ha ido terminando poco a poco, y aunque todavía me quedan dos semanas más por delante, me da pena tener que despedirme de los amigos que he hecho aquí. A algunos les volveré a ver la última semana, cuando me quede en el Eco Loge (un albergue de la compañía en la que duermen niños de muchos programas), y a otros les veré en Seashell la semana que viene.
   Hoy, nos levantamos pronto y desayunamos con normalidad. Tenemos el día libre, pero tampoco se puede hacer mucho por aquí, así que me quedo con las familias a las que mejor conozco, charlando antes de ir a comer. Yo volveré mañana con mi nuevo programa, ya que Marine and Environmental Monitoring también se lleva a cabo en Malakati.
  
  Mosi, el cocinero, nos deleita una vez más con una receta típica de Fiji: una sopa de cassava deliciosa, y barracuda, que él mismo ha pesado. Muchos se despiden de él, ya que no tienen la suerte de volverle a ver.
   En cuanto terminamos, llevamos las maletas a la barca, y nos montamos en ella. Ésta nos lleva al Yasawa Flyer, barco que, a su vez, nos lleva a Port Denarau, en Viti Levu.
   Son seis horas que, por primera vez, se me hacen cortas, ya las paso con todos los compañeros de la semana. Al llegar, nos dirigimos, como siempre, a Mama's Pizza, a comer algo de la tierra de mis compis.
   Aprovecho también para comprarme una camiseta del Hard Rock, en la que pone "Fiji" (¡qué ilu! jujuju), y un cargamento de manzanas y chicles, ya que llevo dos semanas casi sin probar vitaminas, y mi cuerpo las echa en falta.
    
  Al terminar volvemos al hostal Seashell. Ahí, mi monitora me dice que tendré que ir con ella a las 3 de la mañana al aeropuerto, de donde recogerá al siguiente grupo, así que tras despedirme de todos me voy a dormir prontito para estar preparada mañana por la mañana.










miércoles, 31 de agosto de 2011

Día 13: visitando los alrededores

El día 13 no es para nada el día de la mala suerte :D Hoy, después de despertarnos y desayunar, nos anuncian que nos espera un intenso día de turismo y visitas.

  Lo que más me gusta del programa es que es una oportunidad única de conocer Malakati de otra forma. Es mucho más relajado que Green Island, y que lo que en el futuro será mi tercer programa, Marine and Environmental, y aunque no estemos todo el día con los habitantes ni trabajemos con ellos, es una buena forma de ver otra faceta del pueblo y lo que le rodea. Nada de trabajo, nada de agobios, son unos días de relax pero intensidad.

    Lo primero que hacemos es visitar las cuevas, lugar donde yo ya había estado el último programa y que vale la pena repetir. Nos llevan unos chicos del pueblo que nos hablar un poco de la historia del lugar mientras llevan la barca hacia el destino, lo cual hace el camino más ameno e interesante.
   Al llegar, nos quedamos un rato en la entrada, en la playa, y decido estar unos minutos en el agua, que es preciosa ahí, buceando por las afueras, ya que como ya he visto las cuevas anteriormente, decido ir después dentro y permanecer en la playa más.
   Ahí encuentor varias estrellas de mar azules, que son preciosas, y veo varios peces interesantes. Después, vuelvo con todo el grupo y nado un rato por las frías aguas interiores.

  Volvemos a las doce para comer. Como es típico, hoy toca arroz con cassava y calabaza, un plato delicioso y típico de la zona.
  La tarde se pasa rápido y nos quedamos descansando un rato, hasta que, a las seis, nos anuncian que nos vamos "de paseo". Un nativo me dice que vaya descalza, que no hacen falta zapatos, y sé de una inocente que le hace caso y ¡descalza se va! ERROR.
   El paseo es convierte en escala de montaña, y tenemos que subir a una graaaaan colina llena de hierbajos secos que, por cierto, pinchan muchísimo, y plantas a montón, entre ellas varias ortigas. Y no nos olvidemos de los muchos insectos palo, arañas y derivados que se interponen entre el paseo y mis pies.
   Es, como se puede imaginar uno, una experiencia que no repetiría descalza, pero que sin duda alguna, volvería a repetir con unas buenas botas de montaña, o, en su defecto, deportivas. Si añadimos, además, la presión que tenía por la gente que iba detrás de mí y me pedía que fuese más rápido, todo se convierte en algo catastrófico.
   La vistas, eso sí, fueron increíbles, y todo valió la pena, porque fuimos a ver la puesta de sol, y esa ha sido la puesta de sol más increíble que he visto en toda mi vida. Podías ver cómo éste se escondía en cuestión de segundos detrás de una gruesa capa de mar cristalino.

    Volvimos cuando ya estaba oscuro por otra ruta diferente, ésta mucho más "divertida", por supuesto. Se trataba de un caminito por la selva, y como en los días anteriores había llovido, todo estaba lleno de barro, muy apropiado para la gente que iba descalza...
    Todos nos tiramos encima de la cena, ya que estábamos agotados por la caminata.
   Nos fuimos a dormir pronto, ya que al día siguiente saldríamos por la mañana...